México: ¿corrupto y transparente?
México: ¿corrupto y transparente?
Por Rubén Alonso
Publicado originalmente el 3 de octubre de 2016 en Milenio Jalisco.
El Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI), al término de la Semana Nacional de Transparencia difundió los resultados de la clasificación de leyes en materia de acceso a la información pública elaborado por el Centre for Law and Democracy y Access Info Europe (ver: http://bit.ly/2dixLgD) estamos en el primer lugar internacional; sin embargo, casi simultáneamente, Transparencia Internacional difundió los resultados del Índice de Percepción de la Corrupción más reciente, también internacional, con el que México se ubica en la posición 95 de 168 países, mejorando cinco posiciones, pero manteniendo en mismo nivel de corrupción (ver: http://bit.ly/2cVu9OR).
Se trata de dos mediciones que no guardan relación en sí tanto por el objeto de lo observado como por las metodologías empleadas. Mientras una evalúa el desarrollo y estatus jurídico de una norma a partir de elementos objetivos, la otra mide la percepción de corrupción a partir de encuestas. Sin embargo, nos permiten poner en perspectiva que mientras las normas no se observen, se cumplan, las prácticas y con ello la realidad no se modificará, y con ello, la percepción tampoco.
El ejercicio y garantía del derecho de acceso a la información son prerrequisitos para construir gobiernos y sociedades transparentes, no a la inversa; es decir, no se garantiza el derecho de acceso a la información por ser transparentes. Por otra parte, el ejercicio y garantía del derecho de acceso a la información es condición para propiciar la inhibición de la corrupción, y con ello comenzar el proceso de su combate y reducción; no es la vara mágica, pues en el fenómeno de la corrupción intervienen otros factores.
Pero volvamos al tema de la transparencia. Contar con la mejor ley de transparencia no nos hace transparentes; incluso, poner a disposición el mayor cúmulo de información a través de portales y sitios de internet tampoco nos hace más transparentes, y mucho menos pregonar el cúmulo de solicitudes de información atendidas. Ello es tan sólo pre requisitos. La clave para medir la transparencia está en el grado de confianza ciudadana, intragubernamental e intergubernamental en las decisiones públicas, así como la apertura y la participación en las mismas. Mientras eso no se dé, estaremos jugando al espejito, espejito, dime quién es el más bonito.