La Jornada versus Letras Libres: todos ganan, todos pierden
La Jornada versus Letras Libres: todos ganan, todos pierden
Por Juan Larrosa A lo largo de la tercera semana de noviembre el círculo rojo mexicano presenció (al parecer), la conclusión de un ácido debate entre La Jornada y Letras Libres en torno a la libertad de expresión. La historia es larga y se remonta a 2004, cuando la revista que dirige Enrique Krauze publicó un artículo titulado “Cómplices del terror” y firmado por Fernando García Ramírez. El texto causó mucha irritación entre los trabajadores y lectores de La Jornada pues, entre otras cosas, García Ramírez acusó a este periódico de “estar al servicio de un grupo de asesinos hipernacionalistas”. La Jornada exigió a Letras Libres que diera pruebas de lo dicho en el artículo o de retractarse de lo publicado. Evidentemente no sucedió ninguna de las dos cosas y La Jornada decidió demandar por daño moral a García Ramírez y a Letras Libres. El litigio trascendió de tal manera que llegó hasta la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), en donde el pasado 23 de noviembre se resolvió, por mayoría de votos, la confirmación de la sentencia de una Sala Civil del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal, que negó un amparo a La Jornada por el daño moral presuntamente causado a través del texto aludido. En su resolución, la Suprema Corte identificó dos derechos en juego: “el derecho al honor de una empresa periodística y el derecho a la libertad de expresión de una revista”. Y con ello sentó un claro precedente: el derecho a la libertad de expresión está por encima del derecho al honor, particularmente cuando se trata de dos empresas periodísticas que participan en un mercado libre de ideas. Ahora bien, esto es un precedente para la resolución de disputas entre medios de comunicación. Sin embargo, un caso distinto sería, por ejemplo, que un ciudadano denunciara a un medio de comunicación en defensa de su derecho al honor, pues habría una evidente disparidad de fuerzas. Importante señalar, además, que la Corte no se pronunció sobre si hubo daño moral hacia La Jornada o, por otro lado, si el texto de García Ramírez es veraz o falso. Este debate esconde varias cosas en su interior. La primera de ellas es la más obvia y evidente y tiene que ver con la discusión en torno a la libertad de expresión. La Corte hizo una lectura liberal de este asunto y no se dejó llevar por la tentación de convertirse en un espacio censor de lo que se puede o no decir en este país. Es importante enmarcar este debate en el México del siglo XXI, que con todo los problemas de la larga y fallida transición democrática, no es el mismo que el de hace tres décadas, en el que se reproducía a sus anchas un régimen autoritario. Fue de aquel contexto político de los años setenta del siglo XX que se desprendió el proyecto de La Jornada, y en el que se incubaron las ideas embrionarias de Letras Libres a través de Plural y Vuelta. Algunos meses antes de su muerte, Miguel Ángel Granados Chapa retomó la disputa entre La Jornada y Letras Libres en una de sus columnas y recordó a Francisco Zarco, quien señalaba, bajo una postura liberal, que “a la prensa de le combate con la prensa”. Esto es muy relevante, pues ambas publicaciones detentan espacios privilegiados de expresión que no todos los ciudadanos tienen. Y serán, entonces, los mismos ciudadanos, los que decidan sobre la credibilidad de uno y otro. Frente a esto, como lector me queda claro que el artículo de Fernando García Ramírez es débil, con poca investigación y muchos adjetivos; es un texto que por sí mismo no se sostiene y lejos está de ser un ejemplo del buen periodismo. Pero entre todo esto hay más por dónde escarbar. En el fondo existe un debate entre dos grupos intelectuales antagonistas. Es penoso observar las descalificaciones mutuas, maniqueas y sin matices. De pronto La Jornada es un panfleto de izquierda que difama a diestra y siniestra y Letras Libres la publicación de las clases conservadores y que viven orgánicamente en la estructura del Estado mexicano. La historia de estas publicaciones, que es rica y llena de matices, se olvida por muchos de un plumazo. Es cierto, La Jornada ha cometido muchos errores en aras de su militancia y radicalidad, pero también es uno de los periódicos más relevantes en el debate mexicano de las últimas décadas. Es cierto, Krauze es un historiador acomodaticio, que escribe cercano al poder, pero también ha sido un gran promotor cultural y ha desarrollado, en Letras Libres, uno de los pocos espacios de discusión literaria y política que no ha salido del mercado luego de dos o tres años de publicarse. Bien lo resumen un texto de la organización Artículo XIX: “El prestigio del trabajo editorial tanto de La Jornada como de Letras Libres es indiscutible, ya que desde sus perspectivas particulares aportan a la discusión de asuntos de evidente interés público. La fidelidad de sus lectores es una muestra fehaciente de ello”. Pero hay más: el caso de estas dos publicaciones es interesante porque, aunque lo nieguen, tienen una genealogía común: ambas nacen, aunque con décadas de diferencia, de la ruptura del Excélsior de Julio Scherer. Y el estudio de esa bifurcación es una tarea pendiente para quien pretenda hacer una historia de las ideas del siglo XX mexicano. Ahí se crea una zanja entre dos grupos que fueron mutando durante las siguientes décadas y que poco a poco se convirtieron en antípodas, hasta llegar, como ahora, a las diferencias irreconciliables. Plural, Vuelta, Letras Libres. Siempre! Nexos. Excélsior, Unomásuno, La Jornada. La diáspora de los que se fueron con Octavio Paz, o de los que siguieron al satelital Carlos Fuentes, o de los que saludaron con simpatía a Fernando Benítez y a Carlos Monsiváis, o de los que presenciaron los penosos vaivenes ideológicos de Aguilar Camín y Jorge Castañeda, son solo algunos elementos que construyeron el mundo de la alta intelectualidad de México en las últimas décadas. El triste pleito entre La Jornada y Letras Libres también puede leerse como una muestra del deficiente debate político e ideológico de un país, a través de una generación que pide a gritos un relevo. Efeméride Hoy, lunes 5 de diciembre, se cumplen diez años de la fundación de la Asociación Mexicana de Derecho a la Información, mejor conocida como Amedi. Para celebrarlo se ha organizado la proyección del documental Videocracia del director Eirk Gandini, en la sala Fernando de Fuentes de la Cineteca Nacional en la Ciudad de México. Además, se realizará una subasta de etiquetas de botellas de tequila, realizadas por Francisco Toledo, Trino y Felipe Erhenberg, la conducción estará a cargo de Daniel Giménez Cacho.