La ética no se impone

Por Juan Carlos Núñez

Entre las novedades que incluye la Ley de Federal de Telecomunicaciones y Radiodifusión se encuentra la obligación de que las emisoras de radio y de televisión cuenten con un “defensor de la audiencia”. Esta disposición que pudiera sonar a buena noticia, no tiene sentido.

El defensor de la audiencia es una figura de autorregulación ética. Su trabajo es velar por los derechos de los destinatarios de la información y buscar que los contenidos que se difunden estén apegados a las normas éticas y profesionales. Recibe e investiga las quejas que envía la audiencia y elabora recomendaciones para que el medio las solucione y tome medidas para mejorar.

En México es una figura muy escasa. De 280 diarios que había en 2010, menos de cinco contaban con ella y han ido desapareciendo. Existe en un par de radiodifusoras y ningún canal de televisión comercial la tiene.

¿Por qué entonces no es una buena noticia? Porque la figura del defensor implica la voluntad de un medio de comunicación de trabajar con ética. Si no hay eso, la figura no tiene sentido. Y la ética no se puede imponer. Dice el periodista colombiano Javier Darío Restrepo: “Al contrario de la ley, que es heterónoma (es decir, que se impone desde afuera), la ética es autónoma, se adopta por una decisión personal, no puede ser impuesta”.

Al tratarse de un mecanismo de autorregulación, el medio define con la instauración del defensor su compromiso de trabajar apegado a los parámetros éticos. Resultaría absurdo que un medio se autoimponga un mecanismo de vigilancia del cumplimiento de normas que de entrada no está dispuesto a cumplir. Es ilógico que un medio que difunde información amarillista cuente con un defensor que le recomiende cotidianamente que no lo haga. Además, contar con un ombudsman implica la disposición del medio a escuchar y a dialogar en serio con su audiencia.

En general, los medios no tienen esa disposición. Si la ley los obliga a tener un defensor, lo tendrán, pero será solamente una figura decorativa. Seguiremos escuchando noticias sesgadas y la “señorita Laura” se mantendrá como reina de la pantalla.